viernes, 19 de febrero de 2010

Los navíos trampa de la 1ª Guerra Mundial


El 24 de julio de 1915, el Louise, un tres mástiles mercante con pabellón danés, navegaba solitario entre las aguas que separan el Nordeste de Escocia de las islas Orcadas. Estaban cerca de Scapa Flow, donde la Marina Británica tenia asentado su más notable refugio. Una presa perfecta para los submarinos alemanes. A las 18h un vigía avisó del avistamiento de un periscopio alemán a “una cuarta de babor”. Inmediatamente a la orden un equipo del barco se dedicó a desplegar los botes salvavidas antes de que el primer cañonazo les cayera a menos de una yarda de distancia. El U-36, así se llamaba el submarino, ya creía ganada esta trifulca. Desde que cinco días antes abandonara su puerto de atraque, Heligoland, ,el 19 de julio, había hundido ocho barcos y un vapor. Pero en ese mismo momento aparece otro barco, un carbonero con el nombre de Prince-Charles, el submarino se acerca a él y observa como el barco inicia su maniobra de evacuación, pero hete aquí que con la rapidez de un rayo el carbonero iza el pabellón de la Marina de Guerra británica. Las amuras se batieron, mostrando una batería de cañones, servida por una tripulación entrenada, hasta entonces disimulada bajo los toldos. Las piezas de babor abrieron fuego sobre el U-36 con tanto éxito que poco tardaron en convertirlo en una regadera. En aquella época los veleros neutrales tenían la costumbre de atravesar el Báltico con diversos cargamentos para los Aliados, madera, víveres, carbón, armas. . . los alemanes destruyeron un buen número de ellos. Los navíos-trampa, a los que los ingleses llamaron Q-ships (la q supongo que viene de question, porque los enemigos desconocían la verdadera identidad) eran verdaderos navíos de guerra, estaban inscritos bajo un falso nombre en la lista del Almirantazgo, provistos de oficialidad y tripulación de la Marina de Guerra. Exigían, tanto para los comandantes como para la tripulación, bravura y una cierta sangre fría, a fin de medir el instante propicio del ataque. ¡Un pequeño error podría resultar fatal! Por encima de todo lo más importante era el secreto, a fin de no ser pillados dos veces por el enemigo estos barcos cambiaban constantemente de nombre, tripulación, y apaciencia. El primero de los barcos trampa fue un vieja goleta construida en 1865, se llamaba Thirza. Bajo los nombres de Thirza, Ready, Probus, Elixir, o Q-30 este viejo navío que apenas valía para nada se mantuvo en forma, destruyendo alemanes hasta 1915. Y como él muchos otros que a lo largo de la historia realizaron grandes proezas.
Raquel Nogueira Fuertes

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